Aduana no es Frontera, Autor Pedro Canabal, Socio de Comercio Exterior e Impuestos de Bakertilly.
“Las aduanas son una coladera”. “Por una aduana pasa lo que quepa por el puente”. “Las aduanas son sinónimo de corrupción”.
Este tipo de aseveraciones las escuchamos constantemente en nuestro medio, con o sin razón, la mayoría de las veces sin ella. En México, nuestra tradición e historia aduanera es larga y muy rica. Desde la colonia (Veracruz y Acapulco, por ejemplo), por nuestras aduanas se forjó el México con vocación comercial que hoy lo coloca como un país proveedor del aun mercado más grande del mundo: Estados Unidos de América.
El país maquilador que por su mano de obra calificada y de costo competitivo, nos ubica como el primer productor de pantallas de televisión, de productos de línea blanca, de vehículos y de una gran variedad de productos que todo el mundo consume.
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En nuestras guerras civiles, como la de independencia, la reforma o la revolución, constantemente los bandos en disputa tomaban una aduana para poder financiar sus ejércitos y con ello alzarse con el triunfo. Veracruz, Ciudad Juárez, Tampico son claros ejemplos de ello.
En el Siglo XX, el México moderno las utilizó como eje de la renovación industrial y también como barrera protectora de una economía basada en la sustitución de importaciones y la contención de una multiplicidad de productos que se empezaban a intercambiar en un mundo que comenzaba a globalizar el comercio.
El país hizo de sus aduanas una pieza fundamental en la recaudación de contribuciones para financiar el gasto público y una aduana eficiente era aquella que detenía y revisaba mercancías, las clasificaba y la alta especialización determinaba el cruce y el pago de dichas contribuciones, utilizando herramientas como los agentes aduanales, los Vistas y el Resguardo Aduanal Mexicano (RAM).
La época, detonó el desarrollo de puertos fronterizos como Nuevo Laredo, Tijuana, Reynosa o Matamoros y de puertos marítimos como Manzanillo, Altamira o Lázaro Cárdenas. Con ello, la presión de combatir el contrabando y el fraude aduanero significaron el motor de la estrategia aduanera del momento.
Con la mencionada globalización del comercio mundial, la vocación y misión de las aduanas cambió, México se incorporó al GATT en 1986 (Acuerdo General de Aranceles y Comercio), hoy OMC (Organización Mundial del Comercio), y la aduana mexicana tuvo que adaptarse a dicho cambio. A partir de ahí y con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, una aduana cerrada y de contención, tuvo que convertirse en una aduana de facilitación del comercio.
Administrador de Aduana
Un buen administrador de aduana ahora era aquel que medía tiempos de despacho y lo hacía en el menor tiempo que las disposiciones jurídicas le permitían.
Comenzamos a ver aduanas abiertas, visibles y automatizadas. Se inicia el uso de tecnologías no intrusivas y de inteligencia a base de modelos de riesgo con la explotación de bases de datos y cruces de información.
Se suscribieron acuerdos aduaneros bilaterales y multilaterales que implicaron alinear a la aduana mexicana a los estándares dictados por la OMA (Organización Mundial de Aduanas).
Programas de Fomento al Comercio Exterior
En su vocación de país maquilador, México estableció las condiciones como mercado atractivo para las inversiones y creó programas como “Maquila”, “PITEX”, “ALTEX” y posteriormente “IMMEX” y “PROSEC”. Sin embargo, los atentados en Estados Unidos que en 2001 cimbraron al mundo, dieron fin a esa época y significaron que la misión y vocación de las aduanas nuevamente se replantearan.
Ahora, las aduanas no solo tenían que ser aduanas abiertas, facilitadoras del comercio y ejes de la recaudación de contribuciones. Ahora, y a exigencia de nuestro vecino del norte, a la facilitación y al control se debía sumar otro componente: La seguridad.
México, a través de programas como la “Iniciativa Mérida”, transformó sus puntos de cruce en instalaciones modernas, y con la intervención y presencia de las fuerzas armadas. Se modelaron despachos conjuntos con Estados Unidos, se crearon programas de seguridad para la certificación de la cadena de suministros (CTPAT, OEA) y se fortaleció la fiscalización al pre y post despacho aduanero. Se crearon escuelas de profesionalización (Chichimequillas) y centros de inteligencia y monitoreo (CPED). La policía fiscal (antes RAM), desaparecida en la década de los noventa, ahora resurge como el cuerpo de Oficiales de Comercio Exterior (OCEs).
En suma, la aduana no es frontera, la aduana es el punto donde se gestiona el comercio y se recaudan las contribuciones, no toda la frontera (terrestre, marítima o área) puede ser controlada por las aduanas, eso, eso es tarea de otras corporaciones del Estado mexicano. Así es que no confundamos, la frontera, no es la aduana.
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