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La Aduana en la Economía Digital, Autor Dr. Jorge Alberto Witker Velásquez, Director del Seminario de estudios sobre Comercio Exterior de la Facultad de Derecho de la UNAM.

La cuarta Revolución Industrial, que se abre con el Siglo XXI y que ha dado paso a los fenómenos de la globalización, han influido y determinado el intercambio de bienes y servicios, fronterizo y distante, que las prácticas y relaciones mercantiles asumen vertientes originales y por momento inéditas, que las categorías del comercio internacional clásico, se muestran insuficientes para registrarlos y procesarlos.

Es lógico entonces, que la vieja aduana, requiere una modernización en donde a los controles físicos tradicionales, se agrega un control inteligente que pasa por una capacitación de recursos humanos de alta complejidad técnica.

 

 

En el campo económico, las innovaciones productivas pasan a ser básicas para países y empresas y para ello se postulan tres ejes fundamentales:

1) Mejoría y progreso de la difusión del conocimiento (medios y educación);

2) Capacitación y actualización del recurso humano (aprendizaje permanente); y

3) Promoción del cambio organizacional de empresas y gobiernos (trabajos flexibles, funciones polivalentes, descentralizaciones y redes).

En consecuencia, la globalidad, la nueva economía y las Tecnologías, de la Información y Comunicación (TICs), pasan a definir las relaciones sociales, especialmente, las laborales y empresariales.

El comercio electrónico viene a ser uno de los actores principales de la globalización, las características principales de esta modalidad mercantil digital, es que su escenario se desarrolla en el ciberespacio, con lo cual se superan las adscripciones o lealtades locales, lo que provoca sin embargo problemas de jurisdicción de los estados sobre dicho espacio.

Derivado de la amplia extensión del comercio electrónico y digital, surgen nuevos esquemas productivos y de servicios, las denominadas cadenas de valor, las cuales, son las articulaciones de procesos productivos horizontales, que operan en diversos mercados, impulsados por inversiones extranjeras, bajo criterios de eficiencia y utilidad, separadas de las políticas públicas de los países huéspedes.

Este fenómeno responde a una fragmentación geográfica de la producción, debido a mercados libres, a la reducción de los costos de transporte y a los adelantos y progreso en el mundo de la interconexión y de las TICs.

La emergencia de estas cadenas regionales o globales, ha impactado al comercio mundial, y hoy, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), cerca del 80% de las exportaciones mundiales de bienes y servicios corresponde a comercios en cadenas de valor, asociados a los antiguos comercios cautivos.

Los cambios descritos anteriormente, en los mercados internacionales, no están en línea con la tradicional burocracia controladora de la antigua Aduana, centrada en el paradigma de la territorialidad.

Por ello, que, aprovechando los nuevos instrumentos tecnológicos que ofrecen las TICs, la Organización Mundial del Comercio (OMC) aprobó un instrumento que acerca y aproxima la nueva realidad mercantil, con una aduana inteligente, expedita y con perfil de eficiencias, conocido como el Acuerdo de Facilitación Comercial de la OMC.

Las reflexiones precedentes pretenden registrar fenómenos y procesos inéditos, que se presentan en la actividad económica mundial, en donde el impacto de las innovaciones tecnológicas afecta los paradigmas tradicionales de los mercados, transformando los servicios, los intangibles y las TICs en verdaderos nuevos medios de producción, medios que rompen, en muchas ocasiones, con la distribución geográfica de los recursos naturales, base de las superadas ventajas comparativas, para tener como eje la capacitación del ser humano, que permite, a partir de las innovaciones tecnológicas, replantear las bases mismas del comercio internacional, cambio este que obliga a las aduanas, y los respectivos tributos y restricciones no arancelarias, a incorporar las tecnologías de la información y comunicación, registrando la vertiente del comercio electrónico como una vía inédita para la aduana tradicional.

En efecto, el diseño de una aduana inteligente, administradora del riesgo, es una tarea ineludible para la nueva economía digital, que ya controla y regula más del 60% de la economía contemporánea.

 

Futura Aduana Digital y Moderna

En síntesis, una futura aduana digital y moderna debe aspirar a los siguientes objetivos:

  • Eliminar el papel, convirtiendo los procesos manuales en electrónicos, manejando documentación digitalizada;
  • Reducir tiempos en procesos administrativos, así como en las plataformas de revisión de las aduanas modernas del país;
  • Contar con información previa al despacho aduanero para la aplicación acertada de análisis de riesgo;
  • Facilitar la búsqueda y acceso de información desde ubicaciones remotos a un repositorio central de información, con las debidas limitantes y permisos, con base en las funciones y facultades que debería tener cada usuario de la información;
  • Incidir en la competitividad de la economía del país, al permitir una participación en los procesos de comercio exterior más ágil, fácil y seguro;
  • Considerables gastos de mensajería y flete;
  • Tiempos considerables ante el particular para la entrega y localización de documentos (copias certificadas de pedimentos) solicitados;

Costos considerables de espacios físicos para el almacenaje y la atención de éste.

 

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