Autora Mónica Lugo Aranda, Directora de Relaciones Institucionales de Grupo Prodensa. Ex negociadora de tratados comerciales.
El pasado 8 de marzo se conmemoró el día internacional de la mujer. En torno a este mes, varias reflexiones sobre equidad de género se dieron a conocer. El Instituto Mexicano de la Competitividad estima que, si las mujeres tuvieran una mayor participación en la actividad económica, el Producto Interno Bruto crecería 15% en 9 años. Esto únicamente sucedería si se diseñan políticas públicas y estrategias con el sector privado y en la sociedad para incluir explícitamente a las mujeres en la agenda productiva.
La inclusión de las mujeres en la economía es cada vez más importante, y esto se refleja en los Tratados de Libre Comercio de nueva generación que México ha firmado. En el Tratado entre México, Estados Unidos, y Canadá (TMEC), México y Canadá propusieron la inclusión de un capítulo de género que buscaba integrar a las mujeres empresarias al libre comercio.
Sin embargo, por cuestiones políticas difíciles de entender, Estados Unidos rechazó dicho capítulo. Aun así, México logró incluir disposiciones de equidad de género a lo largo del Tratado que buscan establecer un piso más parejo, ser más incluyente y defender los derechos de las mujeres en el ámbito económico.
En el TMEC destacan en particular tres capítulos en donde se incluyen disposiciones de género. El capítulo 25 sobre Pequeñas y Medianas Empresas (PYMEs) establece la obligación de las Partes de colaborar en actividades de promoción de PYMEs de grupos subrepresentados, incluidas las mujeres. Proporciona una plataforma común de cooperación e intercambio de información entre las Partes para incorporar con éxito a las PYMES propiedad de mujeres en las cadenas de suministro regionales por medio de infraestructura de apoyo, como incubadoras, aceleradoras y centros de asistencia a la exportación. Busca también intercambiar y aplicar las mejores prácticas entre las partes para mejorar el acceso de las PYMES propiedad de mujeres al capital y al crédito, entre otros.
Por otro lado, el capítulo 23 en materia Laboral prohíbe la discriminación en el empleo, y establece el compromiso de promover la equidad de género en los centros de trabajo. También busca que las Partes apliquen políticas para proteger a los trabajadores contra la discriminación en el empleo por su sexo, incluyendo la discriminación salarial.
Asimismo, establece que las Partes promoverán prácticas que integren y retengan a las mujeres en el mercado laboral, y desarrollen las capacidades y competencias de las trabajadoras. Adicionalmente se deben considerar las cuestiones de género relacionadas con la seguridad laboral, incluido el cuidado infantil, lactancia, así como la prevención de lesiones y enfermedades en el trabajo. La prevención de la violencia y el acoso laboral por razón de género también se encuentra prevista en este capítulo.
El capítulo 26 sobre Competitividad crea un Comité trilateral en el que los países cooperarán para desarrollar políticas que fortalezcan la competitividad de las exportaciones norteamericanas. Entre otras cosas, el comité desarrollará actividades de cooperación en apoyo de un entorno económico sólido que incentive la producción en la región, incluidas recomendaciones dirigidas a mejorar la participación de las PYMEs, y las empresas propiedad de grupos sub-representados, incluidas mujeres, pueblos indígenas, jóvenes y minorías.
Si bien no existe un capítulo específico sobre equidad de género, vemos que el TMEC cuenta con disposiciones ambiciosas que reconocen la inclusión de las mujeres en el comercio internacional y busca su protección, permanencia e inclusión. Adicionalmente, es importante señalar que dichas disposiciones son de un nivel alto de ambición pues se encuentran en capítulos que están sujetos al Mecanismo de Solución de Diferencias del Tratado, por lo que su cumplimiento es obligatorio.
La inclusión de las mujeres en la economía y en el comercio internacional aun es incipiente y falta muchísimo por hacer, y es de vital importancia en estos momentos de crisis económica. Como consecuencia de la pandemia, las mujeres han sufrido mayores caídas en la participación laboral que los hombres. Por ello, es más necesario que nunca la implementación de políticas económicas que empoderen al 51% de la población de nuestro país. Esto contribuirá enormemente a tener una región más próspera y competitiva.
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