Autora Samantha Atayde Arellano, Socia en RRH Consultores.
México se ha caracterizado por ser una economía abierta al mundo. La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) marcó un parteaguas importante que definió las reglas del comercio exterior para nuestro país.
A partir de ahí, México apostó por una política de apertura comercial para incentivar el crecimiento y desarrollo. Al TLCAN le siguieron una docena de tratados de libre comercio con reglas similares. Esto posicionó a nuestro país como un actor relevante en el ámbito internacional.
En un contexto global, el comercio exterior se torna muy dinámico. Ello demanda que las reglas se vayan adecuando a nuevas realidades y que otras disciplinas, que no solían regularse en acuerdos comerciales, se tornen relevantes dada su interacción e impacto en el comercio.
En años recientes, México se vio inmerso en la negociación de tres grandes acuerdos comerciales que establecerán las nuevas reglas del juego y modelarán las existentes:
- El Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT),
- El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y
- La Modernización del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación entre México y la Unión Europea y sus Estados Miembros (TLCUEM).
Sin embargo, es importante resaltar que los enfoques de cada uno de estos acuerdos hacia algunas de las disciplinas ahí incluidas son distintos, por lo que esas nuevas reglas también pueden variar según el acuerdo que se trate.
Lo primero que resalta en estos acuerdos de “nueva generación” es que establecen nuevas disciplinas que van más allá de aquellas acordadas en el ámbito multilateral (Organización Mundial del Comercio -OMC-) y profundizan otras previamente negociadas.
En los nuevos acuerdos se pueden ver capítulos con obligaciones en materias no propiamente comerciales, como laboral, de medio ambiente y de anticorrupción, pero que impactan el comercio y la inversión.
En algunos casos, el incumplimiento a esas obligaciones podrá ser evaluado ante paneles establecidos conforme al acuerdo en cuestión y derivar en sanciones comerciales.
En el caso específico de la materia laboral, el T-MEC incluso va más allá y establece un mecanismo único en su tipo que permitirá verificar el cumplimiento de ciertos derechos laborales directamente a las empresas.
También se pueden ver capítulos que buscan atender nuevas prácticas en el comercio exterior como el comercio digital o las telecomunicaciones, y otros más encaminados a la cooperación en materia de competitividad, Pequeñas y Medianas Empresas.
Finalmente, se observa otro set de disciplinas que busca una mejor actuación del Estado, sus órganos reguladores y sus empresas productivas, tales como las disciplinas de competencia, empresas propiedad del Estado, buenas prácticas regulatorias, y en el caso del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), asuntos de política macroeconómica y tipo de cambio.
La implementación de cada uno de estos acuerdos representará en muchas áreas un reto para el país tanto en su política pública como en la modificación del marco normativo nacional para hacerlo acorde a los nuevos compromisos internacionales.
Además, ello definirá nuevas reglas de comercio exterior con las cuales los operadores económicos deberán estar familiarizados a fin de no impactar sus operaciones y perder competitividad.
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