Autora Daniella Martínez Rodríguez, Directora Administrativa de Trade and Law Collage y Kshield.
Con la firma del T-MEC, México tiene un respiro y una oportunidad que apoye a nuestro país para dar un pequeño impulso a la recuperación económica después de la crisis relacionada con la pandemia, el petróleo y algunas otras decisiones. Sin duda el TLCAN en 1994 contribuyó a elevar el nivel de vida de la población de los tres países miembros, el éxito económico del libre comercio regional a 20 años de su firma cuadriplicó el comercio y las inversiones cruzadas se multiplicaron por cinco, pero también a México lo hizo dependiente de las exportaciones manufactureras al país del norte.
Sin embargo, no podemos poner toda la apuesta a la entrada en vigor del TMEC y seguir con nuestra principal moneda de cambio, “mano de obra barata”. Es indispensable reducir la dependencia al tratado, por medio, de ser más competitivos, desarrollando la industria interna y fomentando el mercado nacional.
Es primordial desarrollar estrategias para fortalecer y desarrollar el sistema educativo de nuestro país, que nos ayude a generar el capital humano que nos permita ser más competitivos, disminuir la pobreza, generar estabilidad y contribuir al desarrollo económico a largo plazo. Según el Banco Mundial, los ingresos por hora aumentan un 9% por cada año de escolarización, la educación es un factor clave para que los países prosperen. Si bien no podemos esperar producir mayor tecnología, desarrollo de empresas innovadoras, mayor manufactura, si existe deficiencias en la educación que ofrece el país a niños y adolescentes.
Podemos tener el ejemplo de países asiáticos que apostaron a la educación, como puede ser Japón, Corea, Singapur, en dónde nos demuestran que está directamente relacionado el nivel de crecimiento de las economías con el nivel de inversión a la educación. Estos países con antecedentes de pobreza, subdesarrollo y con vestigios de guerras, se han posicionado como potencias mundiales, Japón con su liderazgo en tecnología, Corea con su liderazgo en investigación y desarrollo convirtió empresas líderes a nivel mundial desde la iniciativa privada y Singapur líder en infraestructura con sus puertos marítimos comerciales más desarrollados a nivel mundial… Los tres países tienen en común que convirtieron en el eje vertebrador de su política de desarrollo, la inversión en educación e investigación.
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La educación es un factor decisivo para la socialización de los jóvenes para la transmisión de los valores relacionados con la ciudadanía, la democracia, la solidaridad, y la tolerancia, conduce a la creatividad individual y a mejorar la participación en la vida económica, cultural y política de la sociedad.
Aún en condiciones de pandemia, los profesionistas tenemos la obligación de seguirnos preparando, de entender los cambios políticos, culturales y los relacionados con la legislación. Se nos abre un universo en la que las aulas y bibliotecas virtuales nos permiten prepararnos en cualquier lugar y en cualquier horario.
También todos los profesionistas deberíamos de tener la obligación moral de compartir conocimiento en nuestra materia, por cualquier medio de redes sociales, revistas, siendo catedráticos, exposiciones, uno a uno o desarrollando talentos, pero dejando un legado de nuestro conocimiento y valores. Nos obliga a la actualización continua.
No debemos de quedarnos con los brazos cruzados esperando a que el TMEC haga todo por nuestro país, debemos de ser responsables y hacer cambios urgentes en nuestra política de desarrollo, desde la iniciativa privada exigir al gobierno, invertir en investigación y fomentar la educación.
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